Hasta finales del último trimestre del año 2019 se hablaba del boom inmobiliario, nuevos proyectos inmobiliarios y programas de vivienda que ayudarían a personas de escasos recursos a adquirir un lugar propio en donde vivir para poder disfrutar de la comodidad y seguridad que una casa o departamento propio puede ofrecer. Sin embargo, desde el 31 de diciembre de ese mismo año hasta la fecha el panorama ha cambiado exponencialmente.
A día de hoy, el sector inmobiliario atraviesa una situación de crisis en el que se prevé una baja de los precios inherente a la disminución de recursos y, por ende, menor capacidad de pago de potenciales compradores que no hace más que conducir a una demanda mínima en proporción a años precedentes. Peor aún, especialistas ya señalan que de continuar dilatándose la actual crisis generada por el letal COVID-19 podría haber un daño sustancial en la economía que afecte aún más al sector inmobiliario.
Aunque es inestimable el perjuicio en la oferta y demanda que habría en el sector inmobiliario, lo claro es que el primer semestre ya pinta un escenario gris para las inmobiliarias con una repercusión en el rubro como no se había visto en los últimos 10 años.
Sin duda, la actual crisis ha creado un clima de incertidumbre, un escenario de pérdidas cuyo final apenas podría verse a partir del segundo semestre contando con que la pandemia haya alcanzado ya su punto más alto y las economías puedan empezar a reactivarse con inyección de recursos por parte el gobierno y el esfuerzo conjunto de los inversores, los cuales, a su vez, podrían encontrar la luz al final del túnel en que la facilidad de créditos como estrategia para la reactivación de la economía en el país impulsaría el potencial adquisitivo de los compradores.
No obstante, una rama que resultaría afectada a mayor latitud que otros segmentos del rubro inmobiliario vendrían a ser el de las casas y departamentos de lujo, mientras que las secuelas de la actual crisis forzarán a las inmobiliarias a dejar de lado nuevas promociones y avanzar con las ya existentes como una medida para evitar la pérdida de inversiones y paliar parcialmente las pérdidas generadas por la caída del 20% en la compra-venta de inmuebles que estarían llegando a haber a lo largo del año 2020.
La crisis generada por el COVID-19 y su inadvertida expansión alrededor del mundo también continuará afectando otro rubro como es el turismo en materia de alquileres, ya que como se ha establecido por muchos países, actualmente se viene registrando un alto porcentaje de ciudadanos extranjeros que vienen siendo repatriados a sus naciones de origen dejando tras de sí un duro golpe al segmento de alquileres tanto de comercio como de vivienda.
La crisis que se originara en Wuhan, China el 31 de diciembre del año 2019 no puede haber afectado más a empresas y personas naturales dedicadas a la renta de casas, locales y departamentos, cuyas pérdidas producidas por contratos que no se renovarán, falta de pago en los alquileres e inquilinos y turistas que no volverán a rentar los inmuebles por un lapso de tiempo indefinido orillarán a lo que quizá sea una de las mayores crisis no acontecidas desde el año 2009.
Ahora mismo, el panorama que se vive en el sector inmobiliario deja ver, entre algunas de sus actividades que se han visto afectadas, la disminución sustancial en correos y llamadas de compradores, la inoperación de los agentes inmobiliarios por el estado de emergencia, inmuebles en oferta sin visitantes, disminución de la oferta y reducción de inversión en publicidad.
En Latinoamérica el impacto económico del COVID-19 en el sector inmobiliario aún no ha llegado a su punto más álgido. Países como China que fueron los primeros en afectarse y confrontar la crisis de la pandemia aún vienen presenciando la fase final de esta letal crisis y los esfuerzos de los sectores público y privado para reactivar una economía cuyos alcances en pérdidas aún no pueden advertirse de forma precisa, por lo que para tratar de calcular cuánto más afectará la pandemia al sector inmobiliario en Latinoamérica solo puede hacerse una hipótesis basada en lo que ya se ha visto en Asia y Europa sin contar con el hecho de que en estos continentes aún se siguen tomando medidas restrictivas que priorizan los servicios esenciales y la industria alimentaria para hacer frente a la crisis del COVID-19.
Como bien es sabido, la compra de casas y departamentos es una transacción que los adquirentes realizan como la ejecución de un proyecto de vida que implica la inversión de ahorros y créditos hipotecarios. Sin embargo, al haber llegado la crisis sanitaria del COVID-19 a inicios de año la situación se ha complicado aún más, ya que al ser temporada de matrículas estudiantiles, muchas familias ya habían realizado adquisición de créditos para solventar gastos de colegiaturas, listas útiles y compra de equipos digitales inherentes al ámbito educativo de sus hijos, lo cual dejó un espacio menor para la adquisición de inmuebles que ahora mismo simplemente ya no tienen cabida dentro del público común.
Otros aspectos que estarían perjudicando al sector inmobiliario dentro del panorama actual es el abrumante periodo de cuarentena que al mes de Abril se viene atravesando, lo que, en lazo a la paralización de la actividad comercial en muchos rubros, conlleva y conllevará durante todo el año a la adquisición de deudas por parte del público para la subsistencia y la recuperación de su economía.
Sin embargo, aunque el porvenir para el sector inmobiliario se pinta desfavorable, existen mecanismos como la inyección de capital de inversión que eventual y gradualmente estabilizarán el rubro de la compra-venta, llevándola a punto de sostenibilidad que de la mano con la salida a flote de otras economías reencausarán al sector inmobiliario a una etapa de superación de la crisis y nuevas oportunidades de reinserción en la competitividad de la oferta y la demanda.
En Perú, el impacto del Coronavirus en el sector inmobiliario ya es visible; en empresas inmobiliarias ya se han empezado a cancelar operaciones de compra-venta, en medios de radiodifusión muchas inmobiliarias han optado por cancelar sus campañas publicitarias, en el sector turismo se han cancelado reservas de hospedaje y rentas de alquileres por montos millonarios que podrían tardar varios meses en recuperarse.
Lo que se viene:
La baja en la demanda de bienes raíces traerán consigo una caída de precios en inmuebles como reacción a una crisis sin precedentes con la menor demanda de la última década.
Aunque muchos especialistas han afirmado que a partir del segundo semestre del año 2020 el sector inmobiliario empezaría a recuperar su sostenibilidad por inyección de capital, otros especialistas afirman que en vista del panorama de expansión y crecimiento de la pandemia del COVID-19 el año 2020 estaría perdido en términos económicos con una caída porcentual del 20%.
Una sombra de recesión se avista para los autónomos, empresas privadas y portales inmobiliarios con la congelación de la inversión durante el periodo de estado de emergencia y la etapa de recuperación de las economías en otros sectores.
El pánico sembrado en la población por el letal virus y la limitación de recursos producida en el interminable periodo de cuarentena generará nuevas repercusiones adicionales a las ya existentes en materia de alquileres, por lo que la crisis psicológica producida por las consecuencias del COVID-19 en la sociedad podría traer mayores dificultades que la enfermedad misma, desacelerando aún más la recuperación próxima del sector inmobiliario en el país.
Por otro lado, los portales inmobiliarios han ocupado un papel protagónico al convertirse en uno de los principales nexos entre el público y las empresas del sector inmobiliario; siendo así la única posibilidad de una pronta recuperación del sector inmobiliario después de que en el Perú se haya alcanzado el punto máximo de propagación del virus que, a día de hoy, se ha cobrado la vida de un centenar de víctimas y la paralización de miles de comercios a nivel nacional.
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